(Rev. Chacras-Infobae) El refugo de vacas se ha convertido en los últimos años en un ingreso nada despreciable para el criador. El Rosgan indica que en promedio representa entre el 40% y el 50% del total de kilos en pie vendidos en un año. De tal modo, se trata del segundo recurso más importante detrás de la venta de los terneros. Eso sí, el pico de mayor salida de este tipo de hacienda transcurre desde abril hasta agosto, dependiendo de la severidad del invierno. De ahí que es el momento del año en el cual los precios reciben mayor presión a la baja.
El punto es que asistimos a un periodo con valores poco atractivos para este negocio más allá de la estacionalidad comentada. A modo de referencia, para los primeros cuatro meses del año el monto que representó para el productor el envío de vacas a faena expresado en pesos constantes ajustado por el índice de inflación mayorista (IPIM), indica que recibió 12% menos que lo obtenido el año pasado en un contexto climáticamente más complicado que el actual -mayor envío de vacas a faena- y un 26% menos que lo obtenido en igual período de 2022.
Los datos muestran que la faena de vacas todavía es alta para lo que podríamos esperar de un año normal. En otras palabras, la matanza de esta categoría ha retrocedido, pero no lo suficiente para impulsar los precios. Para los especialistas lo que vemos es la cola de un proceso de liquidación, lo cual es razonable con valores y rentabilidad en baja. Pero además, los negocios con China no cierran a raíz de los precios que paga el gigante asiático –muy deprimidos- y como resultado de la actual paridad cambiaria -declinante en términos reales-. Y hay que sumar desde luego la caída del poder adquisitivo de la población.
Febrero fue el último mes que el precio de la hacienda logró copiar la tasa de inflación. En términos reales hay un retroceso en los precios del ternero, y la caída es todavía mayor para la vaca conserva. En pesos constantes, incorporando a la inflación, la cotización del ternero cayó un 33% desde el inicio del año. Solamente considerando valores nominales, los precios de las vacas se depreciaron entre 12 y 15% en los últimos meses. Desde ya, en pesos constantes es peor aún. Si alguna tendencia existe para esta categoría es a la baja, asegura un conocido analista.
¿Y los terneros? Los datos provistos por el SENASA muestran para los primeros cuatro meses del año una salida para esta categoría desde los campos de cría cercana a los 3,4 millones de cabezas. Este número, medido sobre el stock inicial informado al 31 de diciembre del año pasado, marca uno de los comienzos de zafra más lentos de los últimos años, con apenas un 23% de los terneros logrados durante el ciclo precedente fuera de los campos.
Un año atrás, en un contexto climático más crítico, la salida de terneros/as superaba a la misma fecha los 4,2 millones de animales, es decir casi un 24% más que lo reportado este año. Desde el Rosgan indican que lo que estamos viendo hasta el momento no es más que lo esperado. Se refiere a un criador tratando de retener el mayor tiempo posible sus teneros a fin de incorporar más kilos a esa invernada en un contexto en el que los campos lo permiten y en muchos casos incluso volviendo a sistemas de engorde o terminación a grano dentro de los mismos establecimientos de origen. Esto es lo que determina este inicio de zafra relativamente lento.
En lo que va del año, del total de terneros y terneras que salieron de los campos para continuar en sistema de cría o invernada, el 22,4% ingresó a establecimientos de engorde a corral, apenas 1 punto más que el porcentaje registrado en año pasado, cuando el feedlot se posicionaba prácticamente como la única alternativa viable para la recría y engorde de esa hacienda.
Despuntando mayo, la relación entre el valor del novillito terminado y el precio del grano permite comprar 1 tonelada de maíz con el equivalente a algo menos de 80 kilos de gordo, relación que incentiva la participación del feedlot en momentos en los que los campos también se encuentran con capacidad de recibir esa hacienda.