Por Maricel Cévoli
Legisladora provincial
JSRN
Ya nueve son los años que nos encuentran en la calle poniendo el cuerpo y la voz para que dejen de matarnos. Y siguen haciéndolo. No alcanzan las normas cuando efectivamente, y en lo cotidiano, el cuestionamiento y el ejercicio de la violencia es constante. La hoguera volvió a encenderse y cada palabra de odio acrecienta su fuego.
Según el décimo informe del Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina, en 2023 fueron 250 las víctimas directas de femicidio, que representan un incremento interanual del 10,6% comparado con 2022. Resulta un promedio de una víctima directa de femicidio cada 35 horas y una víctima de violencia letal de género cada 32 horas. Y así, totalizan prácticamente 2.500 en una década.
Basta con revisar la historia y encontrar coincidencias con la actualidad. Los femicidios y transfemicidios aumentan, el discurso del odio impera y se intenta borrar a través del lenguaje la presencia, la existencia misma de las mujeres y de las disidencias.
El crimen de Barracas, el reciente femicidio de una niña de tan solo 13 años en el norte del país, la cantidad de crímenes sin resolver y comunidades que aún esperan Justicia, la no aceptación de los cuerpos, el deseo de posesión, el rechazo por la elección que resulta disruptiva e intolerante para algunos, sigue presente.
Tal cual sostiene el manifiesto de “Ni una Menos”: “La violencia machista mata y no sólo cuando el corazón deja de latir”.
Por eso, este 3 de junio volvemos a encontrarnos en las calles, con el deseo de hacerlo libres, autónomas, críticas y sororas, con la obligación de gritar por nuestros derechos y la exigencia de terminar con el actual discurso odiante que solo nos hace correr más riesgos.
Como lamentablemente reitero, una y otra vez, desde hace unos meses, se prendieron nuevamente los fuegos de la hoguera. Se prendieron para quienes sienten y piensan “diferente” a una supuesta normalidad.
Sin duda, tenemos la obligación de volver atrás para revisitar los logros obtenidos y revalorizar las luchas dadas; tenemos que defender la ESI y trabajar dentro y fuera del espacio educativo. Es imperioso seguir unidas, porque sino esas hogueras arderán mas que nunca y las víctimas seremos cada vez más.
Ni una menos!