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La historia de Patagones como productor de vino que no pudo ser

Patagones. Poco mas de cien años atrás, Patagones era otro, y sus sueños y deseos de tener otro tipo de producción y crecimiento también. No solo en Carmen de Patagones, sino también en otros puntos del distrito.

Entre las historias que podemos recuperar para conocer ese «Patagones que no fué», podemos arrancar, por ejemplo, con grandes empredimientos vitivinícolas que llevaron fuertes inversiones, pero cuyo resultado, lógicamente, no fue el esperado.

Quien nos llevará a ese recorrido, será Alejandro Zangrá, trabajador municipal de Patagones que trabaja en el museo Histórico Regional Emma Nozzi, y que en las charlas habituales en Sin Restricciones, por Nacional Viedma, fm 93.5 de 19 a 2o, nos permitió viajar en el tiempo para conocer esta -y otras- historias.

“Para principios del siglo XX ya en Patagones comienza a aparecer algunos informes como uno de los distritos de la provincia de Buenos Aires productoras de vino”, explica Alejandro Zangrá, y agrega “¿Pero los viñeros dónde estaban? El gran aliento para la producción vitivinícola lo va a producir ese aumento demográfico, sobre todo desde Buenos Aires, y por eso aquí en lo que es en nuestra región el interés por la producción vinícola va a tener sus primeros antecedentes  alrededor de 1885-1887”.

“¿Por qué? En primer término porque las variedades de vides que teníamos anteriormente hasta ese momento no eran especialmente para la elaboración de vino. ¿Cuáles son las variedades? Y generalmente eran las llamadas variedades americanas, una variedad de uva que no genera graduación alcohólica, vinos un poco ácidos, en general de una calidad bastante deficiente y en algún momento dice bastante bien tolerada por los trabajadores”.

“Entonces los primeros ensayos que se hacen de producción vinícola a escala industrial se producen en la isla que está acá cerquita, la llamada isla La Porteña o isla Vinter, que está a unos pasos del puente nuevo, frente al náutico, esa isla de casi 100 hectáreas de extensión”, explica.

“Ahí dicen que Lorenzo Vinter, es una de las autoridades gubernamentales del territorio de Río Negro, plantó unos viñedos con variedades francesas, Merlot, Pinot, Savignon, Malbec, buscando una mejor calidad de ese producto. Pero no sabemos bien cuáles fueron los resultados que habrían obtenido”, relata Zangrá.

Sin embargo, “arrancando el siglo XX no solamente vamos a contar con una producción de vino patero, un vino artesanal, de fabricación familiar, sino además que va a generar ciertas expectativas como para pensarlo como una agroindustria”.

“La fabricación de vino a escala industrial, tratando de aplicar las tecnologías más novedosas para ese momento y  apuntando a alcanzar un mercado extrarregional. Es decir, aspirar a tener una economía regional”.

“Entonces, quién comenzó a hacer un gran esfuerzo, una gran inversión, muy muy arriesgada por cierto, fue un italiano llamado Carmelo Bottazzi. Hay una calle en Cartagena de Patagones de este Bottazzi, que es todo un personaje que en realidad llegó aquí a Patagones en la década de 1880”, dice Zangrá.

“Él en realidad era marino, pero él se casó en nuestro medio y por herencia obtuvo una nada despreciable superficie de tierras camino al faro Segunda Barranca”.

“Carmelo Bottazzi inició una serie de ensayos vinícolas, pero siempre pensando a gran escala, sus primeros ensayos estuvieron marcados en lo que hoy es el área del barrio del bañado y también tuvo su fracción de tierras en Laguna Grande”, agrega.

“Pero dice que los ensayos que él realizó no lograron convencerlos  en sus resultados y por eso a partir del año 1901 comenzó a plantar allí en la costa del mar en su establecimiento que bautizó como San José. Ahí tenía nada más y nada menos que 17 leguas, es lo que él comenta, no lo que recibe como herencia”.

“Y allí comenzó a trazar una cuadrícula, es decir, a fraccionar la tierra cercada por tamariscos y a plantar distintas variedades de uvas, pero todas de origen francés. Una de las cuestiones que había que prever es la insuficiente disponibilidad de agua o de lluvia. Para eso lo que hace Bottazzi es implantar 17 molinos, sobre todo en un encadenamiento de dunas que como bien sabemos nosotros son como esponjas, todo el agua de las precipitaciones finalmente son atrapadas por las mismas y después las va  a reservar en sus bases, en las bases de las dunas donde a veces se genera una capa arcillosa que genera como una contención y esos reservorios de agua dulce debían ser extraídos de las dunas para volcarlos a los viñedos”.

“Por un lado va a encontrar mejores condiciones que las cercanías de la urbanización del Carmen, pero también como contrapartida va a estar la distancia, estamos hablando de alrededor de 80 kilómetros de aquí, porque en los primeros años la bodega, el espacio, el montaje de todo el aparato para la producción de vino estuvo aquí en Carmen de Patagones”.

“Pero también es cierto de que había  una serie de indicios, alrededor del 1910, que hacían que el optimismo de esta gente  fuera importante, porque se proyectaba Bahía San Blas como puerto, asimismo Federico  Murjal había obtenido la concesión para hacer un ramal ferroviario desde Bahía San Blas hasta Choele Choel  y allí empalmando con el que iba hasta Neuquén, y sumado a eso además la gran obra que estaba en carpeta.

“Una suma de cosas van tornando dificultoso la producción vitivinícola de Botazzi, y también que en líneas generales el producto final obtenido no lograba convencer a muchos. Era un vino con poca graduación alcohólica, y en algún momento también las cosechas no daban los rindes necesarios, y por eso en algún momento dicen que los viñedos, las uvas de Botazzi debían ser complementadas con otras del lugar, que eran de otra clase”.

“Entonces para 1910-1911, cuando están las primeras salidas de  uva de nuestros medios hacia Buenos Aires, no logró satisfacer los paladares tal vez más exigentes  de aquella urbanización. Entonces en eso vamos a ir encontrando en donde después se va a hacer más cuesta arriba, llevar adelante este emprendimiento. Pero lo de Botazzi, era un emprendimiento todo a riesgo personal, también por esos años se creó una compañía  vitivinícola”.

“Esta era una sociedad en la cual, sobre todo, que estuvo encabezada también por otro  comerciante, empresario de diversos rubros, como fue Enrique Massini. Enrique Massini también tuvo su comercio en la cuadra donde hoy está el museo, en la cual junto con Antonio Barbieri, también intendente municipal de Patagones y otros vecinos más, decidieron fundar la  Compañía Vitivinícola, en la cual preveía reunir los capitales suficientes con la venta de acciones. Así que la compañía se creó en 1907 y las acciones comenzaron por tratar de convencer  al vecindario de invertir”.

“¿Y cómo se llamaba la empresa? Se llamó la Compañía Vitivinícola del Río Negro. Y entonces, en primer término, convencer a los vecinos. Eran 5.000 acciones a unos 50 pesos cada una que había que reunir, pero tampoco tenía un espacio físico propio y por eso, entre idas y venidas, y que varios de sus integrantes tenían influencia en la municipalidad, lograron acceder a unas 50 y pico de hectáreas de tierras municipales que fueron  una lonja que arrancaba a orillas del Río Negro, donde hoy está la Sociedad Rural de Carmen de Patagones, del puente Ferrocarretero.

Un tal Valdasare fue designado para realizar algunos estudios, estudios de suelo, climatológicos. Una cosa también interesante que apunta Valdasare es que ya los salesianos aquí, en el valle inferior del Río Negro, tenían registro de cómo evolucionaban sus propios  viñedos, como así también tenían toda una serie de documentación sobre el tema de humedad, precipitaciones, heladas, temperaturas promedios en invierno, en verano, una serie de información climatológica que habían reunido los salesianos. Y por eso Valdasare termina  también convenciendo a los integrantes de esta sociedad de que el área reunía todas las  condiciones como para emprender una compañía vitivinícola y lograr buenos resultados. También uno de sus socios era Carmelo Bottazzi, también integraba a esa compañía, pero el gran también  asunto por resolver era cómo regar los viñedos.

Entonces el primer capital reunido fue destinado a comprar un motor marca Deutz, no se fabricaban obviamente acá, sino que era vino de Europa, la red de cañerías que fue traída por la compañía Mihanovich, que también tenía algunas acciones puestas en la compañía. Ese motor exigió el montaje de un edificio con una enorme chimenea, porque el motor era a vapor, aún no era combustión interna. Fue emplazado en los alrededores de lo que hoy es la planta de tratamiento de fluentes cloacales de Patagones.

Esa planta en 1908, empieza a hacer los primeros ensayos.

De allí se tomaba el agua y se elevaba hasta la parte más alta de la barda, podríamos decir más o menos al nivel del monolito del cerro de la caballada, en donde se montaba un tranque australiano y a partir de allí con otra red  de caños seguía su viaje hasta pasar el camino que hoy va a la Villa 7 de Marzo. 12.000 viñedos se plantaron en un primer término, también con estas  variedades francesas.

Estas variedades francesas empiezan a tener dificultades en la adaptación y sufren la exposición de, sobre todo, algunas enfermedades. Entonces luego ya para 1915 comienza también a haber una suerte de desánimo  y en primer lugar porque los viñedos tienen problemas para desarrollarse y porque luego  el optimismo que había demostrado el ingeniero agrónomo Baldassare allá por 1907 y sus estudios  comienzan a ponerse muy en duda.

Entonces, y en un momento esto lo dice el ingeniero Leblanc, él estaba plenamente convencido de que como para lograr una conclusión por lo menos demandaba entre 5 y 10 años de estudio. Entonces tanto lo que hace Botazzi como lo de la compañía  Vitivinícola fueron resultados demasiado apresurados y después con el tiempo van a demostrar que esas variedades, que por ahí las variedades con mayor expectativa para lograr mejores calidades de vinos no lograban adaptarse.

El proyecto se cierra en 1920, “en primer lugar porque Carmelo Botazzi fallece en Buenos Aires. Ya lo quejaban las cuentas, realmente él tenía un pasivo enorme y que, ese pasivo sería una de las razones por (17:06) la cual en 1917 a 1918 deja de Patagones y se traslada a Buenos Aires.

Finalmente el emprendimiento San José no terminó resultando y la compañía Vitivinícola tampoco.

(Fotos: museo Histórico Regional Emma Nozzi). Nota realizada en el programa Sin Restricciones por Nacional Viedma para Destino Sur Web. Lunes de 19 a 20. Con Alejandro Zangrá del staff del museo

Planta de bombeo de la Sociedad Vitivinícola
Constituida en 1907, fue un emprendimiento productivo que logró en los años sucesivos plantar miles de vides en tierras detrás del cerro de la Caballada. Para su riego, se construyó la planta donde el gran motor a vapor que comenzó a funcionar en la primavera de 1908, debía elevar el agua cuarenta metros hasta un tanque australiano. Presumimos que estuvo ubicada al pie de dicho cerro. La fotografía es de marzo de 1910.
Marzo de 1910, directivos y accionistas observando las viñas en las vísperas de comenzar la primera cosecha. Para la fecha, el emprendimiento contaba con 22.000 cepas cabernet, 9.000 de pinot, 9.000 de malbec y 15.000 entre semillón, moscatel blanco de Patagones y criollo blanco de Mendoza.
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